Charla importante [Privado]

Corría por entre los árboles con sumo cuidado, era conciente de que Alcie estaba detrás mio. Nos alejabamos de la casa ya que prefería intimidad para el tema que quería tocar en aquel momento, agradecía que los poderes de Alice no sirvieran cuando no estaba muy decidio, como era este caso. Aunque esto no tenía nada que ver que no estuviera decidido que yo la quería mcuho, pero lo que me causaba esa duda que escondia al tema era el no saber como reaccionaría ante mi propuesta, ya que no había insinuado nada hasta ahora y jamás habiamos tocado aquel tema.
Cuando estuvimos a una distancia que consideraba adecuada me frené con brusquedad. Noté a unos cuantos metros que otra figura me imitaba.
Me giré para dar con Alice y me senté en un tronco que había sido talado y había quedado totalmente plano, posé mi mano derecha a mi costado indicandole que se sentara a mi lado.

Espere inquieto a Alice que se acercaba lentamente, ella se sentó a mi lado mientras y le dediqué una tímida sonrisa, era raro la timidz en mí, pero el tema que quería tratar en aquel momento me ponía en aquel estado.
Alice me tomó de la mano lo que me dió algo más de fuerzas y respiré hondo inútilmente con la vaga esperanza de que me ayudara a hablar mejor y pasar de los nervios.
- Alice...- empesé a hablar y ya qudandome sin saber que decir, no me salían las palabras dado que no era un hombre hecho para frases, declaraciones u otras cosas parecidas, siempre había sido un hombre de acción más que nada.
- Quería...- dije intentando retomar lo empesado, pero me frené al querer decir las cosas con otras palabras. - Hace mucho tiempo que estamos junto.- dije finalmente tratando así de llegar a lo que quería.
Tomé fuertemente su mano, - Y afirmó sin dudas que jamás podría ser más feliz con otra persona.- agregué clavando la mirada al suelo, aún sin tocar el tema que me ponía en aquel estado.

Sentí sus manos en mi rostro, la que me obligaron a enfrentar su mirada. Le miré directamente a sus hermosos ojos mientras me armaba de valor ara decir lo que quería.
- Bueno... es que... tu sabes Rosalia y Emmet lo han echo muchas veces...- dije sin decir a lo que me refería ya que me costaba una infiniad pronunciarlo.
- Aunque no lo haya hecho notar hasta ahora...- proseguí e hice una pequeña pausa y luego continué - Soy algo duro para este tipo de cosas.- dije sin señalar que era lo que me costaba, aunque era una obviedad que me refería a encararla a ella como mujer.
De joven había aprendido a ser caballeroso y a respetarlas, para jamás tuve el valor de enfrentarme a ninguna, incluso con Alice, ella se había acercado a mí y me había brindado su cariño que era lo que yo más apreciaba de este mundo.

Mirandole fijamente quizá en el momento de más nervios de toda mi existencia, logré tranquilizarme al oir sus palabras que denotaban felicidad ante la propuesta aún no formulada y aprobación.
De haber comentado el tema con nalguien todos me habrían dicho que era seguro que aceptaría, pero yo no podía tranquilizarme sin esuchar el "Sí" de ella.
Finalmente me paré para luego arrodillarme a su lado, listo de ahcer lo que quería hacer y que ya debía haber hecho hace mucho tiempo.
Tomé un objeto del bolsillo derecho de mi pantalón. Tendí la mano en dirección a Alice y abrí la cajita mostrandole el interior, en donde había un bello anillo, el cual me había dado mi madre antes de entrar al ejercito. Ella me había dicho que cuando encontrara a la persona adecuada lo abriera, por lo que al haber respetado su condición jamás había visto el anillo.
Sin verlo aún, pero conciente de que lo tenía, me armé de valor y dije - Alice Cullen, prometo amarte por siempre, cada dia de por siempre. ¿Te casarias conmigo?.-

Miraba con una sonrisa de felicidad a Alice mientras tomaba el anillo, su sonrisa me atrapó cuando apareció en su bello rostro. Sus labios se movieron para pronunciar lo que yo había estado ansiando oír, el "Sí".
Mi felicidad no podía haber sido más grande, con una amplia sonrisa me incliné y tomé el anillo de sus manos, para luego tomar su mano con mi otra mano y ponerle finalmente el anilllo.
Me acerqué aún más a ella y acerque mis rostro al suyo. Guardé furtivamente la cajita en mi bolsillo, mientras nuestros rostros se acercaban a tal punto que nuestros labios se rosaran.
Luego con decisión rodeé su cuello con una mano y su cintura con la otra e incliné mi cabeza para besarla.