La vida en Forks

La vida en Forks a veces se hacia demasiado densa, al punto tal que sentía que mis días pasaban lentamente, además que el Instituto no ayudaba demasiado, los Cullen no eran lo que pensaba y me complicaban la estadía.

Entré a la tienda, estaba vacía, salvo por quien vendía los libros y un señor sentado en un sillón, de todas formas ese no contaba ya que estaba dormido... que raro ver eso en un humano. Suspiré y me adentré por entre las columnas de libros, ignorando la mirada de desconfianza que me había enviado la vendedora.

Llegó, algo apurada, a la gran librería que le habían recomendado. Se suponía que allí por fin encontraría aquello que hacía años estaba buscando incanzablemente. Entró, observando detenidamente el lugar: sólo unas pocas personas, cada una en lo suyo. Ninguna de ellas se fijo lo suficiente en ella para notar que no era humana. Comenzó a caminar, más tranquila, hacia las estanterías, ojeando distraída los títulos de los libros. De repente, todo su cuerpo se tensó. Había alguien más allí, alguien inmortal como ella. Su aroma, distinto a los comunes humanos, penetró por su naríz, dejándola algo preocupada.

Bajé el libro que tenía en la mano al sentir un aroma... No olía a comida, tampoco a lobo. Tenía que reconocer que era un aroma agradable y que me llamó mucho la atención. Por esa misma razón comencé a caminar, buscando a la dueña de aquel perfume.

Logré encontrarla algunas estanterías a la derecha, y no pude evitar reír en silencio, parecia que ya había notado mi presencia y estaba esperando alguna especie de ataque por mi parte.

-no muerdo... Bueno, en realidad sí, pero sólo lo hago con la comida -bromeé de manera ligera en un intento de que me deje acercarme a ella, se veía demasiado tensa.

Giró su rostro al oir la voz, aún algo tensa. No esperaba encontrar vampiros por allí, además de los ya conocidos Cullen. Tomó aire, para poder volver a sentir aquel aroma. -¿Qué hace un vampiro como tú, en medio de una librería humana? -quiso saber antes de relajarse y presentarse, ignorando su comentario. ¿Por qué tienes que ser tan curiosa?, se preguntó, molesta consigo misma. La curiosidad era su gran defecto.

La miré enarcando una ceja por su pregunta, ¿por ser quien era tenía prohibido entrar a una librería?, de todas formas sonreí por su desconcierto.

-primero tendrás que responder a qué te refieres con "un vampiro como tú", tú también eres un vampiro y sin embargo no te cuestiono tu visita aquí -pregunté comenzando a acercarme para poder verla mejor.

Sonrió, mostrando sus perlados dientes. -Que tú no me lo preguntes, no quiere decir que no puedas preguntármelo -aclaró, aún quieta en su lugar, ya sin su tensión. Suspiró, tomando nuevamente otra bocanada de aire. -Soy Aleera -se presentó por fin, observándolo fijamente.

-hola, Aleera -dije evitando decir mi nombre, tenía la costumbre de decirlo poco tiempo después siempre que estaba con un desconocido. La miré con algo de desconfianza y un pensamiento se me cruzo por la cabeza.

-¿estás con los Cullen?, no te había visto con ellos en el Instituto -comenté recordando aquel almuerzo en el que se aparecieron la mayoría de ellos.

-No -contestó rápidamente- de hecho, sólo conozco a un integrante del famoso aquelarre -añadió, perdida en sus pensamientos. Parpadeó, recordando algo. -Aún no has contestado a mi primer pregunta -presionó, manteniendo su mirada clavada en él.

Me interesé rápidamente cuando dijo que conocía a uno de ellos, pero ella volvió al principio de la conversación y me recordó que le debía una respuesta.

-aburrimiento -dije dejando el libro que tenía en la mano en uno de los estantes-. Este pueblo es uno de los peores en los que he estado, además de que te prohiben todo -sonreí con ironía-. Es por eso que estoy aquí, quizás pueda encontrar algo interesante, pero rápidamente me di cuenta de que no está aquí dentro lo que busco -me encogí de hombros desviando la mirada, para luego volverla hacia ella-. ¿Y tú?.

Frunció el ceño, escuchándolo atenta. -Prácticamente lo mismo. No creí que el pueblo de Forks fuera tan.. "aburrido" -comentó, afirmando lo que él acababa de decir. -Además, estaba buscando algo de información -continuó, sin respirar. Volvió su vista a los estantes, algo distraída.

Me sentí agradecido al saber que en realidad el problema no era yo, sino que Forks realmente era aburrido y la vida allí parecía no tener sentido luego de un tiempo.

-¿información? ¿información sobre qué? -pregunté con interés a pesar de que ella se veía muy metida en encontrar un nuevo libro para tener en las manos.

Giró su rostro, volviendo a observarlo. Meditó durante unos segundos en si responder a su pregunta. Suspiró, nada podría pasar. -Sólo quiero saber algo sobre mi pasado -contestó, en voz baja- mi pasado como.. humana -añadió, diciéndole parte de la verdad. -Pero creo que aquí tampoco hay nada para mí -concluyó, encogiéndose de hombros.

-¿y para qué quieres saber cómo y quién eras cuando eras humana? ¿no te alcanza con saber lo que eres ahora? -pregunté con sorpresa por lo que buscaba. Se me hacía raro, ¿para qué?, si todo eso ya había pasado, además seguramente hubiese sido todo sin sentido aquella vida, como todas las vidas humanas.

-No lo se.. -volvió a encogerse de hombros. -Supongo que la eternidad me aburre un poco, y tengo ganas de hacer algo. Forks es tan aburrido, que es lo único que se me ha ocurrido hasta ahora. -Explicó con paciencia, algo extrañada por su reacción.

-¿por qué no te acuerdas de nada? -no me había dicho que no se acordaba de nada, pero me había dado esa impresión. Con lo poco que me acordaba yo me sobraba y me hacía saber que no necesitaba buscar más hechos sobre esa vida-. Quizás hay cosas que son mejor dejarlas ahí -comenté por último.

-Sólo recuerdo unos pocos detalles -contestó, reticente. -En fin, creo que abandonaré mi búsqueda -dijo, más para sí misma que para él. -¿Tienes nombre? -preguntó de repente, con un leve tono sarcástico en su voz.

-sí, sí tengo -dije en el mismo tono con leve sarcasmo que ella había usado para hacerme la pregunta. Extendí el silencio y finalmente volví a hablar-. Me llamo Nathan -dije para luego volver a mirar las estanterías, aunque nada me llamaba la atención-. Mejor así, ¿para qué quieres saber cómo fue tu vida humana si siendo lo que eres puedes tener siempre mucho más? -comenté por lo anterior que había dicho ella.

-¿Mucho más? ¿Qué puedo tener siendo un "ser" que tiene que vivir para siempre, aunque en realidad no vivo; que debe esconderse todo el tiempo para que los malditos humanos no lo descubran; que no puedo dormir ni dos segundos; y que sólo puedo alimentarme de sangre? -habló rápidamente, para que sólo el la escuchara y entendiera.

Al parecer teníamos un punto de vista bastante diferente con lo que era nuestra especie.

-eres alguien que tiene mayor autoridad que nadie en este mundo. Dormir es un signo de debilidad, duermes porque estas cansado, porque no puedes soportar que los días pasen sin sentir que necesitas sentarte o acostarte. Y en cuanto al alimento -me detuve y reí-. Miralo de esta forma, al menos no te encuentras al final de la cadena alimenticia, te encuentras primera, ¿qué puede ser peor que todo eso?, tienes todos los privilegios, no los desperdicies.

Se quedó en silencio un momento, sopesando lo que él acababa de decir. -Siempre creí en todo lo que acabas de decir, pero comienzo a aburrirme de hacer siempre lo mismo -comentó, sincera. -Y no puedes negar que tener que esconderse todo el tiempo y tener que aparentar ser un débil humano es agradable.. -insistió con ese punto, aún hablando en un susurro.

-no, es lo peor de todo, tener que fingir lo que no eres -dije aún un poco perdido en lo que estaba pensando-. Pero creo que de todas formas tenemos muchas cosas a favor y prefiero ser lo que soy que volver a ser lo que era -comenté recordando lo insignificante que había sido mi vida como humano antes de que Sulpicia me lleve con ella.

Dejó escapar un suspiro, vencida. -Puede que tengas razón -murmuró al fin. Siguió observándolo atentamente, pensativa. -¿Por qué estás en Forks si no te agrada? -preguntó, recordando lo que él había dicho hacia un momento.

Vacilé un poco por su pregunta, la había hecho tan al azar que nisiquiera había tenido tiempo de pensar con rápidez.

-estoy buscando información, pero no del tipo que tú buscas -dije simplemente, esperando que no haya notado mi duda antes de responder.

-Ahm.. interesante -murmuró, pensativa. -No puedo preguntar que tipo de información buscas, ¿verdad? -preguntó, sonriendo, sabiendo que estaba entrometiéndose demasiado, aunque ella ya había contado bastante sobre sí misma.

-puedes preguntar, pero no creo que consigas una respuesta a eso -dije simplemente-. O quizás no te moleste que te mienta, si no te molesta lo haré -no la conocía, además me habían ordenado que no hable de eso con nadie.