La vida en Forks

-Prefiero quedarme con la duda, antes que con una mentira -dijo, sincera, poniéndo sus ojos en blanco. Permaneció en silencio, sabiendo que él no contestaría a sus preguntas curiosas.

-lamento que sea así, pero es como tiene que ser -comenté al notar el silencio-. ¿Estas viviendo aquí? -pregunté sólo por no quedarnos callados por más tiempo.

Asintió. -Llegué hace poco, y no sé cuanto duraré aquí -contestó, meneando ligeramente su cabeza. -¿Tú vives aquí? -inquirió.

-también, vivo en la casa que era de mi madre. Es el único lugar que me agrada, pero no puedo estar todo el tiempo encerrado en la casa -comenté, estar en la casa era como estar otra vez en lo que era mi verdadera casa, pero de alguna forma me despertaba de eso cuando salía a la calle.

Rió, silenciosa. -Yo ni siquiera he estado más de dos segundos en mi casa aún.. -musitó, pensando en que debería ir a ver como iban las cosas allí. -Y aún debo ir a inscribirme al instituto -comentó para sí misma, sin importarle que él la escuchara.

-¿estás segura de que quieres aparentar tanto? -pregunté al saber que se inscribiría en el instituto-. Quizás puedas pasar como una joven que ya haya terminado sus estudios. El Instituto es demasiado... tedioso.

-¿Ya has estado allí? -pregunta, alzando una ceja. Si no iba al instituto, se aburriría aún más. -Supongo que puedo soportarlo -murmuró después, mientras esperaba su respuesta.

-sí, estuve asistiendo a algunas clases y ha resultado ser algo muy parecido a una tortura -comenté, exagerando un poco la situación-. Demasiados humanos a tu alrededor, además están los Cullen que parecen demasiados creídos como para que puedan caerte bien -dije y luego recordé que ella me había dicho que conocía a uno de ellos-, y espero que ese comentario no te ofenda, ya que si uno de ellos es tu amigo -agregué en forma de disculpas.

Negó con la cabeza, recordando su encuentro con una de ellos. -No es mi amiga.. sólo me encontre con ella una vez.. Rosalie -aclaró, recordando su nombre. -¿Se te hace fácil soportar el aroma de tantos humanos juntos? -preguntó, volviendo al tema del Instituto, algo interesada.

-oh sí, la querida Rosalie. Es muy amable -dije con eterno sarcasmo y luego reí por su pregunta-. ¿Crees que se me hace facil?, por supuesto que no. Es una de las razones por las que detesto ir e incluso deje de hacerlo. No me importa tener que aparentar tanto, no creo que los humanos sospechen o algo así.

Negó con la cabeza, distraída. -Puedes hacerte pasar por alguién que ya acabó el Instituto. Jamás sospecharán.. no son lo suficientemente atentos -comentó, pensando en su situación.

-gracias, tomaré tu consejo muy enserio -dije mientras sacaba un libro, lo miraba rapidamente y lo volvía a dejar en su lugar. Definitivamente allí no había nada interesante-. ¿Tú cómo te llevas con esas cosas? ¿te alimentas de humanos o eres como los Cullen?, "vegetarianos" -me reí por esa palabra, me parecía demasiada patética.

-Yo.. -sopesó por un momento las palabras indicadas para hablar. -Creo que soy algo extraño -rió suavemente- me alimento de ambas cosas. Por ejemplo, tengo entendido que aquí no se puede "cazar humanos" -murmuró, frunciendo el ceño. -Mi úlimo alimento fue un puma -refunfuñó.

-sí, es cierto, pero siempre tienes la opción de salir de la ciudad, es lo que yo hago. No me dejaré manejar por las estúpidas reglas de aquí, mucho menos cambiar por ellas -comenté con cierto enojo al recordar eso.

Se encoogió de hombros. -No me molesta beber sangre de animales, pero no puedo vivir eternamente de ella -comentó. -Y, obviamente, no me dejaré manejar por las reglas de aquí.. soy libre de hacer lo que se me antoje.

-prefiero evitar los animales -comenté. No me gustaban, no olían como los humanos y realmente me desagradaba su gusto-. Por supuesto que eres libre de hacer lo que quieres, aunque los lobos de aquí se piensen que uno es inferior a ellos, cuando es todo lo contrario.

-Lobos -repitió. -Algo me comentó Rosalie sobre ellos. Hay una manada de licántropos aquí, ¿verdad? -preguntó curiosa, ansiosa por saber sobre ellos para tratar de nunca cruzárselos.

-así es -dije con una falsa sonrisa, ya que en realidad no me agradaba para nada eso-. En La Push, creo que no puedes ir ahí tampoco, o sí pero tienes que "convivir en paz" con ellos -me reí, recordando mi encuentro con los dos licantropos, un encuentro nada agradable.

Rió, secamente. -Encontes me mantendré a quilómetros de distancia, donde ni siquiera pueda olerlos -musitó, frunciendo ligeramente el ceño.

Reí en silencio al notar su gesto, al parecer a ella tampoco le agradaban demasiado.

-espero lo mismo para mi -dije volteando para mirarla-. Bueno, Aleera... notando que aquí no hay nada que pueda sacarme de mi eterno aburrimiento en mi estadia en este pueblo me marcho... Espero que tú sí encuentres lo que buscas -comenté recordando su cometido-. Fue un gusto hablar contigo -dije con sinceridad, uno de los pocos vampiros que me habían agradado-. Espero que nos volvamos a cruzar, quizás en el Instituto -reí recordando lo que le esperaba allí y luego comencé a salir del laberinto de estantes.

-Claro -asintió, -seguramente nos cruzaremos en el Instituto, si sigues asistiendo -murmuró. -Hasta luego, entonces, Nathan -saludó amable. El segundo vampiro que conocía en Forks, muy diferente a Rosalie. Se volvió a observar los libros, unos instantes. Bufó, nada encontraría allí.