Entrada

Acababa de llegar del Instituto y mi humor estaba algo sencible, por no decir horrible. Me extrañó escuchar la puerta, nadie sabía dónde vivía, al menos no las pocas personas con las que había hablado en el pueblo. De todas formas el aroma de la persona detrás de la puerta me decía que no era humano.

Abrí y me encontré con una cara desconocida, aunque se me hacía que en algún lado la había visto.

-¿qué quieres? -pregunté sin poca sutileza.

Fruncí el ceño al escuchar que la enviaba Aro. No dije nada y la dejé pasar, mientras pensaba en el por qué de todo eso. Quizás Aro comenzaba a cansarse de mi y de alguna forma había averiguado lo mal que estaba haciendo las cosas aquí.

-los Cullen son todos unos creídos -comenté sin ocultar mi molestia hacia aquellos vampiros-. Tengo una visita pendiente a su "mansión", él único dispuesto a hablar conmigo fue Edward, aunque no sé si lo hizo porque ya es tonto de por sí o le causa curiosidad el no saber qué pasa dentro de mi cabeza -le dije mientras caminabamos hacia la sala-. Y además de venir a verme a mi, ¿para qué viniste a Forks? -pregunté, porque aún no entendía sus razones.

Un poco de mi ego se vió afectado cuando ella dijo que venía a hacer lo mismo que yo. Hasta el momento pensaba que era el único que podía hacerlo, pero al parecer no.

-te invitaría a nuestro encuentro, pero no creo que seas capaz de mantener el secreto en frente de Edward -dije, aunque estaba preguntándome si era capaz de hacerlo, quizás pensar en otra cosa. Tendría que estar entrenada para algo así, de lo contrario Aro habría sido algo estúpido al enviarla.

-pero no entiendes -comenté a su última frase-. Son casi imposibles... incluso ya tuve una pequeña discusión con una integrante.

-esa misma -dije al escuchar que nombraba a la rubia de los Cullen-. Los demás están muy en lo suyo, son dificiles de encontrar incluso en el Instituto -agregué pensando que me había cruzado con ellos sólo dos veces desde que había estado allí.

La miré con interés cuando dijo que era capaz de engañar en cierta forma a Edward. Por un lado me sentía reconfortado al saber que había alguien más como yo en Forks y que no tendría que acudir al encuentro yo solo.

-entonces puedes venir -dije dejando de mostrarme tan desconfiado de ella-. ¿Cómo te llamas? -pregunté luego al recordar que había entrado a mi casa sin siquiera decirme su nombre.

-¿recitarás mi historia también? -murmuré al escuchar que sabía mi nombre. Ella se había venido mucho mejor preparada que yo al parecer y eso me resultaba algo molesto. No me gustaba que sepan más que yo.

Me quedé pensando, alguna excusa que Edward se pueda tragar.

-él supo inmediatamente que era un Volturi, así que eso no tendrás que ocultarlo o sospecharía demasiado -dije, hablando mientras aún pensado la mejor forma de hacer las cosas-. Le diré que... volví a Volterra en estos días y te convencí de venir conmigo porque allá no estabas llevando una buena vida... A menos que tú tengas algo mejor en mente -le dije tratando de subestimar lo que parecía una manía de saber todo.

-sí me preguntaron -comenté cuando ella dijo que fueron idiotas al no preguntarme qué hacia aquí-. Y le dije eso mismo, que quería saber sobre la vida que llevaban... su pasado y su presente. Supongo que a eso lo habrá tomado como una forma de decir "quiero volverme vegetariano" -o quiero volverme "anormal", pensé.

No estaba muy seguro de cómo iba a salir todo aquello, pero al menos tendría algo con qué distraerme.

-aunque espero que no nos lleven de caza con ellos. Puedo fingir que quiero ser como ellos, pero no pienso alimentarme de animales -comenté, sin saber qué era lo que ella tenía en mente en realidad-. Aquí no podremos alimentarnos de humanos, tenemos que ir hasta Seattle... Pero supongo que de eso también te hablaron en Volterra -si me decia que sí entonces me sentiría realmente molesto, ya que yo no había sido advertido sobre eso.

-Lo se, pero yo no dejo huellas, asi que me da igual el tratado.

Dije juguetendo con un mechón de mi cabello rubio, el cual mimaba como si fuera mi familia. El tratado era una molestia, pero yo sabía que no me iban a encontrar, era sutil como un sopolo de aire que no sabes por donde viene.

-Y sobre lo de alimentarnos de animales, si hay que hacerlo, se hace... Por un par de veces no te va a pasar nada, cariño.

Dije sonriendo divertida, y recostandome en el sofá, aunque era innecesario. Lo de cariño lo dije en broma, aunque supuse que se enfadaría.

-¿esta será tu casa también? -pregunté al ver que se ponía tan cómoda como si ya lo fuese. Podía aguantar su compañia pero no estaba seguro de poder soportar una convivencia entera. Me quedé parado en frente del sillón y pensé en lo que ella dijo.

-de ninguna forma iré, si quieres ve tú, pero a mi no me pidas tanto -me negaba rotundamente a hacer eso, me desagradaba-. Y no me llames cariño por favor -comenté con una sonrisa, tratando de no mostrarle que me molestaba, porque si ella lo veía luego no dejaría de llamarme así.

-¿hace cuánto trabajas para los Volturis? -pregunté, intentando saber más de ella para sentirme seguro que no arruinaría las cosas.

-¿qué evita que pueda seguir tu rastro? -pregunté cuando me dijo que no me diría en dónde estaba viviendo. Ahora definitivamente me divertiría tratando de encontrarla.

Me sorprendió que me diga que hacia 180 años que trabajaba para ellos y entendí de repente todo. Yo era algo inexperto tratandose de ella, tenía muchos más años que yo en el trabajo y ahora sí que me sentía demasiado expuesto.

-sí, son suficientes -dije aceptando mi derrota-. ¿Te registrarás en el Instituto también?.

-no, sólo ese -dije luego de un suspiro, sentándome en la pequeña mesa que estaba en frente del sillón dónde ella se había sentado. Hubiese sido bueno que también vaya al Instituto, al menos sabría que alguien más se encontraba en la misma situación que yo... mala suerte.

-¿y tú?, algo tienes que saber hacer además de saber sobre la vida de todos, ¿no? -comenté con un poco de sorna.

No sabía qué esperarme cuando tomó una de mis manos y me dijo que me mostraría lo que podía hacer. Sólo esperaba que su poder no sea semejante al de Jane.

De repente perdí el control de mi mano y miré a Alex frunciendo el ceño, la sensación que me producía eso no era nada agradable, mucho menos cuando ella hizo que mis dedos se muevan como ella quería.

Cuando acercó el sillón me confirmó que además podía mover otros objetos.

-oh, telequinesis -dije sin dejar asomar mi asombro por lo que había hecho-. ¿Y puedes tomar el control completo del cuerpo de alguien o sólo en mínimas porciones? -pregunté con interés-. Te lo estoy preguntando y si puedes tomar el control completo, no quiero que me lo muestres -advertí antes de que lo haga.

-al parecer tienen buena relación con los perritos de La Push, quizás no sea la gran relación, pero saben convivir. Creo que eso le quita ventaja a cualquiera que venga de afuera. No me extrañaría que se alien todos en caso de algún ataque -dije recordando lo que Leah me había contado.

Pensé en "sucesos extraños", pero no encontré ninguno fuera de que eran los Cullen y ya de por sí me parecían extraños.

-¿sucesos extraños?, lo único extraño que me ha pasado hasta el momento es verte ahora mismo en mi casa, pero creo que eso no cuenta. ¿No? -dije sin poder ignorar aquello.

-sí, es un comportamiento desesperado, pero eso no quita la desventaja en la que exponen a los demás -comenté y recordé el enfrentamiento con el lobo en el bosque hacia unos días atrás y me costaba reconocer que no eran tan debiles como parecían. De todas formas no mencioné nada sobre aquello.

-dije que es extraño, me costará acostumbrarme... Pero en ningún momento dije que iba a desobedecer las ordenes... ¿O lo dije? -pregunté tranquilamente, alzando mis cejas mientras la miraba, aunque sabía muy bien lo que había dicho.