Dando un paseo

-sí, por supuesto que hay más vampiros por Forks, ¿qué esperabas? ¿que sea el único aquí? ¿o que mi familia sea la única? -dije sin poder evitar mi mal humor de costumbre-. Hay muchos de nosotros, algunos prefieren no estar tanto en contacto con los humanos y otros que... sí tienen una vida "normal", tanto que quizás no te des cuenta de lo que son -comenté recordando la patetica vida de los Cullen.

[i]Estuvo en silencio hasta que parecio que Nathan se habia calmado un poco.
-no esperaba que fueras el unico ni tu familia tampoco.-dijo un poco malhumorada, despues de todo estaba intentando ser amiga de una "persona" que habia matado a gente y podia matarla a ella tambien.
-¿Por que estas aqui?-le pregunto sin poder evitarlo, despues de todo...¿que hacia un vampiro que "amaba" la sangre humana en un sitio donde estaba prohibo cazarles? era algo un poco confuso.

-¿también quieres que te de la dirección de mi casa? -pregunté sonriendo al ver que ponía tanto interés en el tema, me seguía pareciendo extraño. Pensé un poco, sabía que no podía decirle las cosas directamente, era peligroso, además ella no podía bloquear sus pensamientos, Edward podría verlos facilmente-. Estoy aquí porque estoy buscando información y sólo puedo decirte eso -podría haber dicho otras cosas, pero era lo mejor que se me ocurría por el momento.

Tardé unos minutos en responder, no sabía por qué de repente ella se había quedado en silencio, era raro, ya que pocas veces me encontré al lado de ella sin tener que escucharla hablar.

Medité aquella pregunta. Obviamente no tenía nada en Forks, mucho menos a alguien con quien poder pasar mis horas. Por momentos lograba sentirme demasiado solo, además de que la casa en donde estaba viviendo era enorme.

-no, no quiero estar aquí -respondí luego de un momento-. No tengo nada aquí, ¿por qué querría quedarme?.

No sabía por qué había girado su rostro, no pude ver su expresión cuando lo hizo.

-no sé cuánto tiempo exactamente, sólo espero que no se extienda demasiado. No tengo un plazo para llevar a cabo mi cometido, pero quiero hacerlo y volver a Italia lo más rápido posible. Obviamente yo no pertenezco aquí y no sé cuánto más aguante vivir en condiciones como las que me imponen aquí -por el momento podía controlarme, pero a un largo plazo podría comenzar a no hacerlo y sabía que así iba a ser.

La miré confundido, no sabía por qué intentaba buscarme el lado bueno, no tenía un lado bueno por más profundo que se busque.

-¿y si qué? -pregunté en un intento de que termine con la frase que había empezado-. Llevo años siendo como soy, no puedo cambiar. No intentes querer convencerme de algo que no... existe y tú tampoco tendrías que convencerte de eso -dije con una tranquilidad extraña en mi.

Creí no escuchar bien la primera vez y lo ignoré, pero ella volvió a decir esa palabra.

-crees que soy un cobarde -dije mirándola, frunciendo levemente mis labios-. No tengo por qué cambiar tampoco. ¿Cambiar para tener que asistir al estúpido instituto sin sentir que mataré a alguien en cualquier momento? ¿cambiar para llevar una patética vida de humano? -pregunté algo exasperado-. Dime al menos una razón por la que tenga que cambiar... una que realmente valga la pena... -la desafié, sabía que no encontraría ninguna.

Sonreí satisfecho, siempre tenía la razón.

-además no sé por qué me estás preguntando todo esto -dije tratando de entenderla a ella-. Cuando me vaya será cuestión de meses para que tu cerebro haga de cuenta que en realidad nunca nos conocimos, además de que no nos conocemos. Ninguno de los dos extrañará al otro -me encongí de hombros despreocupadamente.

-no les mencionaré esto al llegar -dije defendiéndome de lo que ella decía-. En realidad tendría que hacerlo, porque tú te lo buscaste... Pero no lo haré. Además soy inmune a los vampiros con la habilidad de leer mentes, puedo esconderlo todo el tiempo que quiera -me quedé pensando, ella era humana, era cuestión de preocuparme por que no lo sepan durante unos años, luego estaría libre de aquello-. Es cuestión de tiempo -murmuré.

-no te preocupes, nadie tendrá que matarte. Además... -pensé en lo que dijo, que quería que la mate yo. No sabía si había sido en broma, lo más posible era que sí, pero sabía que si no la había asesinado hasta el momento mucho menos podría hacerlo luego... Había compartido algunas cosas con ella y a pesar de que era muy diferente a mi, el tener que matarla sería como matar a alguien que conocía o quizás no. En ese momento no podía pensar bien, mucho menos teniendo tantas cosas en la cabeza. Dejé la frase sin terminar y me limité al silencio.

Suspiré, la chica no tenía remedio.

-además no quisiera que te maten por eso, después de todo, si lo medito bien, fue mi culpa, no tendría que haber sido tan vulnerable y contarte todo lo que te conté -me reí. Genial, yo defendiendo a una insignificante humana-. Aunque claro, eso no cambia las cosas, la decisión la tomarían ellos y cambiar eso sería como querer cambiar el mundo, cuando se les pone algo en la cabeza no hay quien los detenga -dije rápidamente para que sepa que el que yo salte en su defensa estaría muerta de todas formas.

Asentí por un momento, estaba de acuerdo con que ella era curiosa y un poco desastrosa. Yo le había advertido, pero ella no tuvo ni siquiera la inteligencia de salir corriendo luego de que le conté todo.

-quizás pueda proponermelo e intentarlo, pero se que no lo lograría -dije y luego reí, era duro reconocer que aún para alguien como yo habían cosas imposibles.

-sí, soy pesimista y negativo y es la forma en la que soy -recité al escucharla decirme eso-. Y no hace falta que me digas que no prometa lo que no se si cumpliré, llevo en este mundo mucho más tiempo que tú y sé cómo funcionaron y funcionan las cosas -me quedé en silencio, analizando sus ultimas palabras-. ¿Estas diciendo que yo llegaré a Italia y enviaré a alguien para que te mate? -pregunté, ya que no había entendido muy bien a qué se refería-. Puedo ser muchas cosas, pero no traiciono a la gente -dije algo enojado, ya que si eso era lo que estaba insinuando me había juzgado bastante mal.

-no me subestimes más y deja de decir esas cosas. No te mataré, al menos ese no sería uno de mis motivos -dije alejándome unos pasos para luego apoyar mi espalda en un enorme arbol cercano a nosotros.

Me mantuve con la mirada en el piso hasta que ella me preguntó mi verdadera edad.

-128 -respondí como si fuese normal tener 128 años.