De vuelta a casa

Era uno de los primeros lugares que visitaba desde mi llegada al pueblo, que no había sido hace mucho... quizás horas. Necesitaba conocer los arededores y tener una mejor visión de lo que sería mi hogar durante los próximos quién sabe cuántos meses, o años. Realmente esperaba que la estadía no se extienda demasiado, el lugar era muy diferente a lo que yo acostumbraba a ver.

Sabía que estaba yendo en dirección contraria, me estaba dirigiendo a las afueras de Forks, pero el bosque aún no terminaba. Fue entonces cuando vi la figura de una chica viniendo desde mi frente y no solo eso me llamó la atención...

Continué caminando mientras nos acercabamos para cruzarnos y solo cuando estuvimos a cierta distancia decidí hablarle.

-cuanta confianza para caminar por el bosque sola a estas horas, ¿qué diría tu madre si te viera? -dije sin molestarme en ocultar mi tono un tanto despectivo.

Pasé de largo, ignorando que ella había detenido el paso, pero la imité al escuchar su respuesta a mi comentario. Volteé a verla, el saber que había seres de su clase en el pueblo solo hacian crecer mis ganas de volver a Italia. Solté una corta risa que hizo eco en algunos rincones del bosque.

-¿quizás me hagas daño? -enarqué una ceja. Estaba sorprendido, la chica mostraba agallas... o era algo tonta-. Yo no lo vería de esa forma, niña... Deberías tener más cuidado con lo que dices, ¿no crees?. Puede que un día te cruces con alguien que no dejará pasar por alto un comentario de este tipo.

Observé aquel gesto suyo de apretar los puños, ¿tan mal le caían mis comentarios?, no los hacia intencionalmente... bueno, en realidad un poco sí. Comencé a formar un circulo alrededor de ella, sin quitarle la mirada de encima. A pesar de no agradarme lo que era sentía curiosidad, nunca había estado cerca de alguien así, quería ver qué era lo que podía llegar a hacer. ¿Realmente podían ser más fuertes que nosotros?... eso lo dudaba.

-eres algo... ¿cómo decirlo para que no suene tan mal?... desvergonzada, no tienes problema en responder algo a todo lo que digo. Quizás seas de esas personas que siempre tienen un problema por abrir tanto la boca -dejé de caminar a su alrededor y me paré frente suyo nuevamente-. En fin... explícame eso de "no te haré daño, pueden hacertelo" -miré a nuestro alrededor-, ¿vienes con alguien más?.

Me quedé callado unos segundos, la media sonrisa que se había formado en su rostro no me agradaba.

-¿qué hay si lo soy? -pregunté con altivez, no me daba buena espina dejar que ella lo sepa, pero al parecer se había hecho demasiado evidente. De todas formas traté de mostrarme tranquilo ante eso, no me gustaba que los demás me vean inquieto, mucho menos tratandose de alguien como ella.

-¿por qué tanta inseguridad?, si no te ataqué desde un principio no lo haré ahora... quizás no por hoy -respondí tratando de obviar su caminar a mi alrededor, sentía como si me estuviese provocando.

-además de hacerlo sería algo tan rápido que no te darías cuenta de lo que pasó -algo de amenaza quizás serviría para poner a la chica en su lugar-. Luego tomaría el primer avión a Italia, allí nadie podrá tocarme... ¿quieres probar?.

-¿quién dice que no puedo tocarte?, eres demasiado segura y te dejas llevar demasiado por las "leyes"... ¿y qué son las leyes?, sólo palabras que te limitan a hacer lo que tienes que hacer. ¿No crees que confias demasiado en eso?, además me sacas de quisio, mereces que alguien te de una lección... ¿Cuántos años tienes? ¿16? ¿17?... No me extrañaría tu comportamiento, aún no has visto nada y no me equivocaría al decir que te falta algo de experiencia en la vida... si es que los lobitos son capaces de aprender de sus propias experiencias -la miré, formando una mueca en mi rostro, demostrandole lo poco que me agradaban las cosas que decía y que hacia.

Volví a reirme como lo había hecho anteriormente, al parecer había tocado un punto bastante importante. Su rostro había cambiado de expresión y creía que esta vez volvía a ganar un punto para mi.

-bueno, no los aparentas... Con esa actitud imprudente, deberías tener más respeto a tus mayores, si no te los enseñaron en tu casa entonces quizás algún día quieres que te los enseñe yo... aunque quizás no te agrade mucho.

Volvía a sonreir, satisfecho.

-nos instruiremos mutuamente, yo te enseñaré un poco de modales y tú me dirás por qué los vampiros tenemos prohibido dejarnos llevar por nuestra naturaleza.

-¿ahora yo soy el irrespetuoso? -rodé los ojos, no estaba de acuerdo con aquel comentario-. Creo que los lobos pueden tener buena memoria, y si la tienes te darás cuenta que yo solo te hice un comentario al verte y tú... saltaste a la defensiva, quizás no tanto, pero fuiste algo precipitada.

Aún tenía que contestarme a qué se refería con todo el otro asunto de los ataques, así que desvié el tema rápidamente hacia ahí.

-¿y bien? ¿me dirás por qué están prohibidas ciertas cosas?, no querrás que por tu culpa rompa con tus queridas reglas. ¿Si no me las dices cómo pretendes que las siga? .

-sí, muy bien, es lo que dije -comenté tratando de no dejar que me afecte su insolencia-. Veo que puedes entender las cosas, eres inteligente -agregué sin dejar de mostrar algo de soberbia. Al parecer se había dado cuenta de mi repentino interés... Genial, quizás terminaría por no decirme nada de lo que quería escuchar.

-quizás te sorprenda el que te diga que de repente me importan -dije tratando de sonar convincente-. Te estoy pidiendo que me las digas, no es tan dificil... ¿o es que acaso sólo alardeabas? ¿sabes cuáles son las reglas del lugar en realidad? -me reí al pensar en esa posiblidad.

-que lástima, me agradaba ese juego, pero al parecer eres la persona equivocada -solté fingiendo decepción y bajando la mirada. Luego de un silencio la levanté para volver a mirarla, con mis ojos repletos de curiosidad.

-¿En qué cambiaría eso las cosas? ¿tanto te importa que esas dos palabras vengan de mi? -mis labios se fueron curvando hasta formar un sonrisa-. Que exigente que eres...

-claro, y te regocijas al verme de esa forma. Muy linda de tu parte... -dije al ver sus intenciones. Me quedé en silencio, pensando si realmente valía la pena, quizás al final de cuentas no era algo demasiado importante, además ya me había dado bastante información, pero nada era concreto.

Suspiré, juntando de aire mis pulmones sin necesidad.

-¿podría la lobita decirme cuáles son esas estúpidas leyes que se deben cumplir en Forks, "por favor"? -la miré, esperando que con eso esté satisfecha.

Hice un gesto con la cabeza al escucharla decirme "vampirito", no le diría el pequeño desagrado que me causaba que me llame así porque sabía que cabía la posibilidad de que me llame así por el resto de la interesante charla.

Conocía a los Cullen, eran la razón de mi viaje, pero me preguntaba por qué nadie me había advertido sobre las normas que tendría que cumplir al estar aquí. Me cobraría esa falta más tarde cuando haya vuelto a casa.

-con que es eso... -dije aún pensativo luedo de que ella terminó de explicarme aquella gran duda que había surgido en mi-. ¿Eso hace que tengamos que vivir todos en paz y fingir ser grandes amigos?... -me reí ante aquella posibilidad, era algo hilarante-. Siempre y cuando estemos dentro de los límites del tratado... Espero no cruzarte nunca por zonas en donde esa ley no tiene validez, me cobraría un par de palabras que no dejé pasar por alto -en realidad no sonaba a amenaza a causa del tranquilo tono que estaba usando, ella seguramente se reiria por lo que acababa de decir.