De vuelta a casa

-oh... ¿Por qué no? ¿tan insoportables son que no pudiste evitar descargar algunas de tus magnificas palabras en contra de uno?... -me lo imaginaba, seguramente sería algo detestable tener que convivir o incluso tener que cruzarse a uno de ellos.

-¿cómo los conoces? -pregunté antes de que ella pudiera acotar a algo de lo anteriormente dicho.

-la reserva... ahí es donde vives imagino -dije ignorando su gesto anterior-. Y dime... -me acerqué dos pasos más con una sonrisa divertida en mi rostro-. ¿Por qué los odias tanto? -ella no me había dicho exactamente que los odiaba, pero por la forma cortante en la que se refería a ellos parecía que así era. Me agradaría escuchar en palabras que nos Cullen no merecían ser tan bien respetados.

-todos en general, ¿eso tiene que ver con que seamos diferentes... "razas"?, por así llamarlo, o son otras razones por las cuales puedes sostener tu desagrado...

Observé como me miraba al acercarme, entonces preferí dejar de adelantarme.

-como si mordiera -dije entre un murmullo y una leve risa. Luego esperé a que ella conteste lo que había preguntado o al menos diga algo.

-apuesto a que tú también muerdes -dije como si nada-. Aunque, bueno, no soy nadie para decirte lo que es bueno y lo que es malo, cada uno elije su lado y nace para estar ahí, ¿no?... Además las costumbres son las costumbres, ¿qué esperas? ¿que neguemos lo que somos? -iba a comenzar a decir más cosas, pero en realidad no sabía bien lo que estaba diciendo, no iba a hacerla cambiar de parecer. Ella era un licantropo y era lo más normal del mundo que haya cierto rechazo.

Suspiré para tratar de alejar esas palabras que había pensado.

-nunca lo entenderás, porque no eres uno de los nuestros.

me reí al escuchar su comentario en el que analizaba nuestros atributos. Ciertamente nuestra belleza no era por nada, eso nos facilitaba eternamente nuestra caza.

-no las aniquilamos -la corregí-, pero como ya te dije, no lo vas a entender, de hecho no sé por qué estoy hablando de esto contigo, tampoco sé por qué hablas de esto conmigo. Es obvio que nunca vamos a llegar a ningún acuerdo, si es que de eso se trata... -ella decía todo lo que quería sobre nosotros, me extrañaba que aún no le hubiese dado mi visión sobre los licantropos.

Me reí por su comentario.

-no pensaba decirles chuchos... -y era cierto, en ningún momento se me había cruzado esa palabra por la cabeza... quizás sí otras.

Me sorprendió que me diga su nombre, ¿era mi imaginación o la lobita estaba cediendo?. Me acerqué unos pasos más con una sonrisa que trataba de ocultar.

-me llamo Nathan, así no tendrás necesidad de llamarme "vampirito" -extendí mi mano y luego de un momento la alejé-. Quizás eso sea demasiado formal para ti, no querrás darle la mano a un vampiro -dije aún sin borrar mi sonrisa algo burlona.

-no creo que siga tu consejo, pero gracias por él -respondí con sarcasmo-. Cambias mucho de estado de animo, ¿eres bipolar o algo así? -pregunte fingiendo que me interesaba.

Volví a acercar mi mano y la miré enarcando una ceja.

-sólo es darse la mano, no te estoy pidiendo que me abraces -sentía curiosidad por lo que podía llegar a pasar al sentir su contacto y un último intento no era demasiado esfuerzo-. No querrás parecer una niña maleducada, Leah -la miré, esperando alguna reacción.

Por su comentario llegué a pensar que no lo haría, pero me sorprendió el hecho de ver su mano levantarse en mi dirección. Traté de reprimir el impulso de alejar mi mano de inmediato cuando se encontró con la suya, por un momento llegué a pensar que me quemaría al sentir su temperatura tan elevada.

Sonreí satisfecho, la mayoría de veces lograba lo que quería, incluso ante una persona algo dificil como ella.

-creo que tienes fiebre -dije sólo para que el silencio no se extienda demasiado.

Lo sabía, a ella también le parecía divertida la situación, después de todo quizás no nos aborrecía tanto... o tal vez no tanto como parecía a simple vista.

-espero que no te pongas a bailar como John Travolta, porque entonces ahí sí que se rompería el "tratado" -dije observando como ella alejaba su mano, entonces hice lo mismo.

-bueno, creo que dejaré que sigas tu camino, tus padres se preocuparán... pensarán que te fugaste con algún vampiro -dije para luego reír levemente al imaginarme la situación.

-no creo que mi "novia" me diga algo así porque no existe y por suerte no tendré que aguantarme el que alguien me diga que huelo mal -quizás un punto a favor del hecho de vivir solo, aunque la eternidad traía ciertas consecuencias.

-¿y no es lo que hemos estado haciendo los últimos minutos? ¿discutir? -pregunté al escuchar su comentario sobre su madre. No mencionó a su padre, pero tampoco le pregunté, al menos no lo haría por el momento.

La manada, se estaba refiriendo a los demás lobos. Me preguntaban cuántos eran en total, la palabra "manada" daba una idea de muchos.

-oh... -solté al escuchar aquella explicación-. ¿Que sepan todo lo que piensas? -pregunté, algo en aquella oración me había llamado la atención. No veía cómo alguien podría saber todo lo que pensabas... salvo por aquel Cullen que me habían dicho.

-no, en realidad no sé demasiado sobre el tema -dije con algo de duda-. ¿Pretendes que todo el mundo conozca lo que son y lo que pueden hacer? -agregué sin poder evitar, me sentí algo expuesto al saber que había cosas que desconocía, no me gustaba ser ignorante y que lo sepan.

-¿qué más pueden hacer? -pregunté, aunque quizás era demasiado pedir que ella me siga dando detalles, además tal vez tampoco se le permitía aquello.

Al parecer ella era muy perceptiva y por eso notó mi inquietud al no saber demasiado sobre el tema. Escuché y analicé al mismo tiempo lo que me estaba contando, resultaba interesante.

-es una lástima... -comenté, aunque quizás ella no sabría a qué me refería-. Siempre contra vampiros, ¿no?, nunca podrá haber algún tipo de alianza -sabía que a Aro le interesaría lo que ellos podían hacer, sería como doble protección en los casos de grandes batallas.